Vivir entre mentiras, fantasías y una realidad entretejida por lo que pudo ser o en lo que se puede convertir ya que todo aquello puede pasar que te atemoriza y también te aterroriza siendo esclavo de actos en ocasiones malintencionados, malinterpretados intencionados por rencores del pasado, incapaces de superarlo y seguir sin tanta carga que es un lastre tan pensado que ni lo sabes ver o es que es mejor cegarse para alejarse de ciertas gente que aparentemente no aportan nada o que no significan nada para ti porque todo ese afecto ha ido desapareciendo poco a poco con el tiempo más por " necesidad" si cabe también sumado el desapego oportuno e incapaz de tener una motivación para seguir luchando por lo que lo consideras más que perdido; sentimientos quizá cada vez más inexistentes o es que ves frialdad y la opción más viable es alejarse definitivamente con razones medio justificadas, sin ir de frente con la verdad por delante y también con preguntas en el aire sin querer contestarlas como los fantasmas que te acompañan del tiempo remoto, decisiones al fin y al cabo que serán un alivio o una carga según lo que pueda esperarte tras la siguiente esquina, decepción o golpe para recordarte que había que luchar por algo que se considera valioso a ojos de muy pocos.
Sentencias firmadas con sangre en papeles de un juicio que aún no ha llegado su hora, balanzas equilibradas que esperan la ocasión oportuna para dar su veredicto final en dónde todo es cuestionado y así mismo justificado aciertos, caídas, fallos, oportunidades perdidas, heridas que escuecen a día de hoy como si fueran recientes y el peso que han tenido en nuestras vidas quienes se han cruzado en algún momento para quedarse o para ser fugaz.
Cualquiera sabría que hay ciertas personas con importancia en nuestra vida, en ocasiones una decisión puede cambiarlo todo, pues puede ser un acierto o un error a la larga aunque sea siempre un cúmulo de factores externos e internos que los determinan, también está los sentimientos jugando un papel con cierta relevancia.
Hay momentos de rupturas, según cada ámbito puesto que pueden ser paulatinos o cambios bruscos y demasiado repentinos, tienen un ritmo diferente pese a ello nos enseñan con ayuda del tiempo si nos equivocamos o acertamos, es similar a una partida de Black Jack en la que ganas o pierdes, no sirve de nada alegrarse porque la felicidad en muchas ocasiones es efímera tan rápido como viene y de un giro inesperado todo cambia, las compañías, las rutinas, los hábitos, el carácter e incluso nosotros mismos de un modo u otro. Hay que admitir que la vida es cambiante tanto que muchas veces somos nosotros quien cambiamos de la mejor forma adaptados a las circunstancias a las que nos vemos expuestos queramos o no, somos el conjunto de todo aquello que vivimos como a su vez de nuestras decisiones para lograr con el paso del tiempo ser mejores y a su vez superar nuestros límites.
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