miércoles, 26 de junio de 2019
Amor y pasión
No sé qué fue lo que sucedió aunque desde hace varios años me he dado cuenta de que tengo despertares mojados al pensar en el contorneado de sus labios sobre mi cuello mientras oías mis gemidos, sintiendo tu respiración agitada entre mis pechos al saber que estaban erectos aunque le pedí con sensualidad que recorriera todo mi cuerpo a besos,mordiscos como de su lengua humedecida y por ello le pedí que empezase por mi boca hasta llegar a la puerta de tus deseos mientras que abrías lentamente mis piernas. Pidiéndote con dulzura que navegues por el Averno de mis piernas para que decidas colocarte en la postura que prefieras para que me hagas tuya una vez más aún sin saber con seguridad si es mejor dejarnos llevar o in planificando cada juego, cada caricia, cada beso mientras te empapas con ansia de los fluidos que se deslizan sinuosos por tu barbilla mientras empujas con fuerza tu lengua contra mi clítoris porque para ti sé que es uno de tus pasatiempos favoritos de los que quieres disfrutar siempre que puedes, no te importa lo más mínimo que te lo pida a gritos, con gemidos o en susurros al oído. Cuando has terminado llega mi turno y sé cuáles son tus intenciones que no hace falta que me las insinues pues sé que a ti también te gusta que me ocupe de ti, por eso he preferido ir directa a la acción sin apenas darte tiempo a reaccionar que bajé directa a tu miembro para darte tanto placer como me diste a mí por eso, empiezo a meter mi miembro en mi boca con lentitud para ir poco a poco aumentando la velocidad y jugando con mi lengua por todo tu sexo con el añadido de las manos; porque me encanta ver cómo te muerdes el labio aunque sobretodo que lo disfrutas ya que se te nota en la cara y tras un buen rato dónde sólo te dejaste sentir me pediste que parase porque no podías aguantar más para complacernos.
Fue entonces cuando te diste cuenta de que estabas erecto decidiste penetrarme con fuerza sin tener tiempo a decirte algo mientras me dislocabas las caderas con golpes hondos que cuadraban en una armonía perfecta con las contracciones de mi vientre, pese a que me aprisionabas hacías que mis suspiros se desgarraban a través de los arañazos en tu espalda y escuchabas los orgasmos que me provocan mis contrasentidos; que tras la puerta de madera se escuchaban los jadeos sin nadie que los observasen mientras él se movía incensantemente por las penetraciones profundas entre mis piernas al correrse de placer mientras arañaba mis nalgas y antes de correrse dentro de mí al exhalar un gemido de éxtasis para terminar besando mis pechos para finalmente terminar en mi boca. Ahí fue cuando te decidiste a pasar el hielo con tu lengua de nuevo por mis labios, entonces volví a temblar como a gemir y a continuación decidiste jugar otra vez con mi templo del placer aún sabiendo que estaba a punto de explotar de nuevo en gemidos y jadeos, paraste en seco y yo me abalancé sobre tu cuello para moderlo como para besarlo además de aprovechar ese lapsus de tiempo para posar mis manos en tu pecho y colocarme, fue entonces dónde seguí jugando a medida que te rozaba aunque me introduje en ti por consiguiente ambos gemimos, se me notaba el fuego en la mirada; comencé a moverme en círculos, adelante, atrás, arriba y abajo porque quise ir lentamente por mucho que a veces aceleraba el ritmo porque sabía que volveríamos a terminar de nuevo ambos a la vez. Te incorporaste para tirarte a mi cuello mientras tus uñas se clavaban en mi espalda, volvimos a estallar lo que ocasionó una guerra sin cuartel que la pasión y el deseo dónde todo era válido, tampoco había quien nos parase, por eso llegó a un punto en que era tan impetuoso y quisiste cambiar de postura para cambiar llevar tú el control para notar tus embistes de cadera sumado a mis empujones, tus uñas en mi espalda con mis dientes en tu cuello aunque de dementes no teníamos nada; explotamos como no lo habíamos hecho antes durante nuestro rito dónde sólo teníamos que dejarnos llevar, sentir como amarnos para terminar ambos derrumbados en un silencio que sólo lo rompía el sonido de tus caricias, de mis besos en tus labios como de tus besos en mi frente, mis labios y con tenuidad la luz de la luna entraba por la ventana de la habitación bañando nuestras desnudas pieles.
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