Pensar que sería una
noche cualquiera, un gran error el de todos nosotros aunque estar todos y cada
uno de nosotros a nuestro aire, que avisen por el grupo de que nevaba ya que
los más niños fuimos directos a ver cómo caía
la nieve para que tras un rato no muy largo, uno empezó a lanzar bolas
y a continuación poco a poco les fuimos siguiendo el resto porque sin
duda pese a lo mucho que intentemos esconderlo, él siempre saldrá y sí hablo
del niño pequeño que cada uno lleva más dentro pues aunque sigamos
creciendo nos acompañará siempre porque forma parte de nosotros.
Esa fina y
blanca capa de tiñe los árboles, campos, edificios, carreteras, etc ha logrado
llenarnos de recuerdos para compartir como si fuésemos una familia entre fotos,
risas, bolas que vienen y van, un proyecto de muñeco del que sólo hicimos el
cuerpo, la competición entre dobles e individuales, las caídas, los tiros en plancha….Por
mucho que las bolas doliesen o las manos de alguno estuviesen heladas y rojas
seguíamos jugando, por mucho que pasásemos frío poco importaba ya que sin duda
disfrutábamos aunque debimos de acabar agotados, empapados y con sueño que si
fuese por nosotros dormíamos hasta la hora de la comida; sin duda somos una
pequeña familia o , ¿acaso no es así? Es
más cuantos de los que estábamos no habían visto nevar o en tal caso nevar de
esa forma y también el olvidar la hora que era para dar rienda suelta a nuestra
felicidad por cubrirse de blanco, dando rienda suelta a esos instantes
disfrutando de todo aquello que nos rodeaba.
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